MÁS ALLÁ DEL CRÉDITO SOCIAL Y DEL TECNOFASCISMO: HONG KONG IMPONE BRAZALETES ELECTRÓNICOS PARA “POSITIVOS” DE COVID
El coronavirus de Wuhan (COVID-19) aparentemente todavía existe en Hong Kong, donde los residentes que se consideran «infectados» ahora se ven obligados a usar un brazalete electrónico en el tobillo y a «ponerse en cuarentena» en casa
Las autoridades sanitarias anunciaron que las medidas, programadas para comenzar el 15 de julio, son absolutamente necesarias para «detener la propagación», «aplanar la curva» y lograr una política de “cero COVID” de no más “casos” de la enfermedad.
La China comunista también tiene una política de “cero COVID”, razón por la cual el Partido Comunista Chino (PCCh) impuso un bloqueo indefinido en Shanghái después de que algunas personas dieron “positivo” mediante la prueba PCR fraudulenta.
“La premisa de Zero-COVID es rastrear cada una de las infecciones y así lograr el control y la máxima supresión”, informa Reclaim the Net . “Al hacerlo, las autoridades implementan una variedad de tecnología de rastreo y cierres de fronteras y cuarentena, así como bloqueos estrictos”.
Vivir con el «virus» funciona mucho mejor que intentar lograr la imposibilidad del covid cero
Durante más de dos años, China y Hong Kong han implementado una política de cero covid, pero las medidas no han hecho nada para evitar que las personas den positivo, sobre todo sabiendo que las pruebas test PCR son altamente fraudulentas como ya hemos visto.
Un «pico» reciente de la enfermedad en Hong Kong, donde los nuevos «casos» alcanzaron los 2.000 por día, provocó la medida adicional de pulseras en los tobillos, que según nos dicen «detendrá el virus» en seco. Virus que jamás ha sido aislado ni secuenciado, entonces no se sabe de qué virus hablan estas autoridades.
“La política, lo opuesto a lo que es ‘vivir con el virus’, ha sido criticada por no lograr su objetivo y ser dañina para la economía y la salud de las personas fuera de las preocupaciones por el coronavirus”, agrega Reclaim the Net .
Desafortunadamente para Hong Kong, Lo Chung-mau, el secretario de salud del país, es un cultista covid-cero de pleno derecho que afirmó en el pasado que “vivir con el virus hará que nos mate a todos”. El nuevo ministro de Sanidad de Hong Kong, Lo Chung-mau, ha anunciado que todos los «pacientes COVID» en cuarentena tendrán que llevar una pulsera electrónica en el tobillo para evitar que salgan de casa.
Varios expertos chinos siembran dudas sobre la idoneidad de estos dispositivos: «¿Cómo comprarán víveres para varios días los ancianos que no pueden salir de sus casas? ¿Qué pasará cuando los cabezas de familia no pueden ir a trabajar y su empleo no les permite trabajar desde casa?», se pregunta el doctor Joseph Tsang, de la Asociación Médica de Hong Kong.
La pulsera recopilará información sobre la ubicación de los que la llevan a través de señales de Bluetooth, redes inalámbricas o GPS. Existe también incertidumbre sobre la precisión de las pulseras: «¿Son lo suficientemente efectivas como para detectar que alguien sale de su apartamento en un piso 16 para bajar al tercero?», cuestiona Tsang, que avisó de que algunos pacientes podrían simplemente «quitárselas y colgarlas en su casa» antes de salir.
El presidente honorífico de la Federación de Tecnología de la Información de Hong Kong, Francis Fong Po-kiu, advirtió en el rotativo de que «el margen de error de las pulseras podría oscilar entre los 50 y los 100 metros».
No es la primera vez que las autoridades de Hong Kong recurren a algún tipo de pulseras para vigilar los movimientos de grupos de personas de riesgo: ya en 2020, los pasajeros que llegaban a la ciudad semiautónoma recibían una pulsera con un código QR que debían escanear, un dispositivo que ha evolucionado en estos dos años a brazaletes capaces de registrar los movimientos.
Desde su reciente nombramiento el pasado 1 de julio, Lo también ha anunciado su intención de instaurar un sistema de colores para identificar el riesgo de una persona a su entrada a lugares públicos.
El método, similar al vigente en las principales ciudades de la China continental, (https://peru21.pe/mundo/asia/coronavirus-china-pekin-alumnos-son-controlados-con-brazaletes-electronicos-para-detectar-el-covid-19-fotos-nndc-noticia/) se basa en la aplicación móvil «Leave Home Safe», ideada originalmente para mostrar el estado de vacunación de una persona y que mostrará un código rojo en aquellos usuarios que hayan dado positivo por covid y amarillo en los que se hallen en período de cuarentena después de haber llegado del exterior.
Los usuarios en amarillo y rojo tendrán prohibido el acceso a lugares públicos clasificados de «alto riesgo», aunque expertos citados por la prensa local señalan los puntos débiles del sistema: «La gente podría usar el código de un amigo para burlar el control», advierten.
Se desconoce cómo funcionarán las nuevas pulseras y cuánto tiempo tendrán que usarlas las personas. Esos detalles seguramente llegarán una vez que Lo y sus compañeros creyentes del covid presenten una estrategia.
En 2020, Hong Kong obligó a las personas a usar pulseras de seguimiento y a estar en cuarentena durante dos semanas. Dado que esa imposición claramente fracasó, ahora están probando tobilleras en su lugar, y probablemente muchas más semanas de cuarentena que solo dos.
“Las pulseras contenían un código QR y estaban emparejadas con una aplicación de teléfono y estaban diseñadas para rastrear los movimientos de las personas”, explican los informes. “Algunos residentes de Hong Kong que dan positivo son enviados a la cuarentena en instalaciones especiales, mientras que a otros se les permite hacer esto en casa”.
Afortunadamente para Occidente, de momento no se imponen tales medidas -aunque la puerta se ha abierto en lugares como Francia e Italia, con la introducción (de momento voluntaria) de medidas de control social similares al llamado “crédito social” -, especialmente a esta altura del juego cuando el covid claramente ha terminado.
“Están haciendo exactamente lo que dije que eventualmente sucedería y no estoy ni un poco sorprendido por esto”, escribió un internauta chino sobre cómo China no tiene intenciones de volver a la “normalidad”; de todos modos, sea lo que sea lo normal .
Desde el comienzo de la “pandemia”, se han registrado entre la población de Hong Kong, de unos 7,4 millones de habitantes, 342.359 casos “positivos” en pruebas de covid-19 y 9.419 fallecidos supuestamente a causa de esta enfermedad.
Sin embargo no nos pensemos que estas medidas de control, asociadas al llamado crédito social, son exclusivas de países comunistas o pseudo-comunistas. De hecho es algo bastante típicamente capitalista (aunque, claro, ¿acaso el comunismo, en el fondo, no es capitalista, y particularmente China?
Estas medidas se introdujeron el China en 2011 de la mano de la facción neoliberal del PCCh, en particular de su entonces primer ministro Wen Jiabao, escudero de los globalistas Jian Zeming (1989-2002), cuyo hijo es uno de los principales accionistas del megafondo de inversiones Vanguard Group (junto con otros megafondos como BlackRock; FRM, State Strret y privados como Bill Gates), y Hu Jintao (2003-2013). Pero, aunque introducidas de la mano de Bancos de inversión y grandes empresas tecnológicas (en China forman un conglomerado público-privado con la participación del estado y de megafondos de inversión), este sistema de crédito social no son nada novedosas y se iniciaron como tal en los años 70 de la mano de países capitalistas, como Chile o Argentina, durante las dictaduras militares de carácter filo-fascista, Estados Unidos o incluso España, y desde este año se aplica en Italia y Francia.
Este sistema, que es utilizado en España (en una versión más light), por ejemplo, por los agregadores financieros de todos los bancos, a la hora de conceder o vender productos de cualquier entidad, forma parte de la cultura capitalista desde hace décadas y no es ninguna novedad.
Se trata de sistemas aplicados en toda la órbita del capitalismo mundial como garantía de estabilidad del sistema financiero, esto es, como una forma de garantizar la rentabilidad de los grandes bancos e instituciones capitalistas.
El Sistema de Crédito Social es una extensión del sistema de calificación crediticia financiera promovido desde 1975 por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, que tuvo como finalidad evaluar los riesgos de las fusiones de los bancos de inversión y la banca de depósitos. Al incrementarse los riesgos de falta de liquidez de los bancos al invertir con el dinero de los depositantes, se hacía necesario que las entidades afinaran todo lo posible el destino de sus inversiones. Esto implicaba rastrear a los destinatarios de las mismas, su solvencia, sus aficiones o incluso su ideología.
Uno de los países primerizos en institucionalizar el Sistema de Crédito Social no fue China, sino el régimen fascista del general Augusto Pinochet, en Chile. En 1976, a propuesta del entonces presidente del Banco Central, Pablo Baraona, se implementó una base de datos de deudores de préstamos (Directorio de Información Comercial, DICOM) para evaluar el riesgo financiero y comercial de una persona o empresa.
A las personas que figuraban en DICOM les resultaba más difícil encontrar vivienda, iniciar negocios, obtener nuevos préstamos y, aunque no era el uso previsto del sistema, encontrar trabajo, ya que los empleadores tienden a verificar los puntajes como parte del proceso de selección. Obviamente, los que tenían peor calificación financiera eran las personas que tenían antecedentes políticos, o los familiares de personas detenidas o desaparecidas por la dictadura.
Sistemas similares, aunque no centralizados, se implantaron también durante la dictadura militar en Argentina, donde para encontrar trabajo había que aportar un expediente «limpio» de actividad política o sindical.
En Chile, la situación se agravó tanto que el gobierno de Michelle Bachelet tuvo que hacer reformas legales legales para reducir el impacto negativo del sistema en las personas, como prohibir el uso del estado DICOM para determinar el acceso a la atención médica o prohibir la exigencia de presentar el estado DICOM para acceder a préstamos educativos.
Otro ejemplo fue el de Estados Unidos, donde la discriminación por razón de raza u origen de clase impedía a la población el acceso a determinados servicios financieros. De hecho, se tuvo que promulgar la Ley de Igualdad de Oportunidades de Crédito, que prohibió negar crédito por género o estado civil en 1974, junto con la raza, nacionalidad, religión, edad o recepción de asistencia pública en 1976, aunque los bancos siguieron haciéndolo veladamente.
Vemos pues, que en lo referente al control y al ejercicio del poder, comunistas y capitalistas van juntitos de la mano, respondiendo cada uno a sus propios intereses y, muchas veces, a intereses comunes o por encima de ambos tipos de regímenes, bien diseñados y estructurados por parte de las élites de poder. Eso sí, la extensión que hace de dicho sistema China, aunque no está plenamente centralizado sino que es aplicado por provincias sin una base de datos global común, y su refinamiento merece toda una loa en el mundo de la tiranía.
Fuentes
El pais